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05/01/21 - Dra. Valeria Valentino

La hormona antimulleriana

Historia y realidad de una hormona fundamental para la reproducción.

La hormona antimulleriana (AMH) desde un punto de vista “técnico” es un miembro de la familia del factor de crecimiento transformante beta (por sus siglas en inglés TGF-β), y está producida por las células granulosas de los pequeños folículos, los llamados folículos secundarios y terciarios.

Cuando una niña nace, tiene un número variable de óvulos contenidos en estructuras muy simples, llamadas folículos primordiales, formados por una sola capa de células auxiliares destinadas a nutrir el óvulo, y por el mismo óvulo, detenido en una etapa temprana de la meiosis.
Los folículos primordiales se mantienen en un estado de reposo por una serie de factores inhibitorios, que impiden que todos crezcan al mismo tiempo. Durante la vida fértil de una mujer, sin embargo, cada día, de una manera no cíclica, algunos folículos primordiales comienzan a crecer, a folículo secundario, terciario, prenatal y, luego, se convierten en pequeños folículos antrales. Estos últimos son folículos que pueden ser estimulados mensualmente por la hipófisis con la hormona FSH.

La hormona antimulleriana se produce principalmente por los pequeños folículos secundarios y terciarios. Por lo tanto, representa la medida de la actividad folicular acíclica.

De esto se deduce que el uso de la valoración de la HMA como medida de la reserva ovárica no es capaz de evaluar la presencia de folículos primordiales. La antimulleriana es, por tanto, una medida de la reserva ovárica funcional y no de la reserva real, por lo que tiene valores oscilantes, que incluso paradójicamente pueden aumentar.

¿Puede la se hormona antimulleriana una medida infalible de la reserva ovárica?

Existen datos bastante contradictorios en la literatura sobre el uso de la HMA en la práctica clínica. Una dosis individualizada de gonadotropina sobre la base de la AMH no modifica el número predeterminado de ovocitos, ni las cancelaciones por la baja respuesta o la tasa de hiperestímulos. Además, el número de ovocitos y la tasa de cancelaciones se relacionan con la AMH, pero no con el pronóstico del embarazo. Sin embargo, es cierto que las mujeres con baja AMH tienen una alta probabilidad de cancelaciones, de no obtener embriones y, por lo tanto, peores tasas de embarazo.

En conclusión, la valoración de la hormona antimulleriana, que también presenta problemas técnicos, por lo que a veces los valores encontrados necesitan ser reconfirmados, no es un criterio de pronóstico para el embarazo, no indica qué pacientes tratar y cuáles no, no es una “condena” para la mujer, puede modificarse. incluso aumentar con terapias androgénicas (por ejemplo, DHEA). Finalmente, no está estrechamente asociado con la calidad de los ovocitos, tan solo de forma indirecta dependiendo de la causa de la falta de reclutamiento de los folículos primordiales.

La hormona antimulleriana es parte de un delicado equilibrio que puede modificarse por varios factores y muchas causas, y es falsa la afirmación: “AMH=reserva ovárica”. Es más bien una medida de una reserva ovárica funcional, es decir, de los folículos que están en fase de crecimiento en ese momento. La utilidad de la valoración de la hormona antimulleriana no radica en establecer un pronóstico absoluto; la posibilidad de embarazo también debe evaluarse sobre la base de otros factores, en particular la edad.

La hormona antimulleriana, sin embargo, es una herramienta útil que mide la capacidad de los sistemas de reclutamiento de los folículos, primordiales y puede llevar a intervenciones que promueven el despertar del reclutamiento folicular, corrigiendo disfunciones tiroideas o ayudando con andrógenos a quien carece de ellos.

Para el uso clínico, es sobre todo un elemento que permite la caracterización de las pacientes en previsión del tratamiento, ayudando al médico a elegir el tipo y dosis de los medicamentos a utilizar para la inducción de la ovulación.

BIBLIOGRAFIA

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